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Ni fenicios ni griegos, establecidos en el sur y este peninsular respectivamente, aportaron nada en el Sayago de entonces. Lo mismo podemos decir de los cartagineses, salvo que su general Aníbal alistó en las filas de su ejército contra los romanos a hábiles jinetes y diestros honderos sayagueses.
 
Por ello, Sayago llega sin sobresaltos al año 218 a. C., en el que las legiones de Roma inician la conquista de España con el fin cortar el aprovisionamiento del ejército cartaginés.

En el año 409 de nuestra era, tuvo lugar la caída del imperio romano ante el poder de los bárbaros. Fueron muchos años bajo el poder de Roma, exactamente 627, y sin embargo Sayago no participó del desarrollo económico y cultural como lo hicieran otras comarcas. Debido a los frecuentes cambios de demarcación territorial, perteneció primero a la provincia de Citerior, luego a Vettonia, y por último a Lusitania.  Por el año 149 a. C., el pretor Galba prometió tierras a los lusitanos con la condición de que entregasen las armas. Galba incumplió lo tratado y los pasó a cuchillo. De esta matanza se salvó Viriato, caudillo lusitano, nacido en Torrefrades según la tradición, en cuyo pueblo se conserva su casa, Casa de Viriato, junto a la carretera.
 
De todos son conocidas las hazañas y las ocho victorias contra los ejércitos romanos, que se cuentan en otras tantas franjas verdes de la bandera de Zamora. Conocido es también su asesinato a manos de tres de sus capitanes comprados con dinero de Roma, año 140 a. C.. Tras su muerte, los romanos lograron dominar en pocos años la península.

Poquísima influencia y relevancia en costumbres y economía tuvo la romanización en Sayago. No obstante Roma dejó la huella imperecedera de su paso, del tránsito de sus legiones, de sus destacamentos y ocupación. Una apretada red de calzadas secundarias a la Vía de la Plata cruzaba en todas las direcciones el territorio sayagués. En su trayecto se levantaron magníficos puentes que aún perduran. Para abrevadero de legionarios y caballos se hicieron fuentes que, junto a los puentes, constituyen lo más selecto de los monumentos antiguos de la comarca. Varias estelas funerarias, en su mayoría empotradas en las paredes de las casas e iglesias, nos recuerdan sus costumbres en el culto a sus divinidades. Las minas de Villadepera, ahora abandonadas, nos remiten a una actividad febril en la obtención de estaño. Bordes de dolium y de tégulas (vasijas y tejas), así como de algunas muestras de cerámica sigillata (con sello de alfarero) siguen apareciendo en el lugar de los antiguos asentamientos romanos.

 

© José Manuel Molinero para www.fresnodesayago.com . Esta página se ve mejor con I.E.; resolución 1024x768

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